La paradoja alemana

Sois muchos los que pedís mi punto de vista como residente en el país teutón. Llama la atención la gran diferencia de porcentajes en lo que a fallecimientos se refiere. En algunos círculos se habla de teorías que en seguida se tiran por tierra. Voy a ofrecer otro punto de vista más pragmático,

La situación en Alemania no parece tan dantesca como lo que recibo de España, aunque mi opinión puede estar sesgada porque hace meses que dejé el ámbito hospitalario. Aquí además de falta de EPIs hay un terrible déficit de personal. Las autoridades están reclutando estudiantes de medicina, médicos jubilados o con el título sin homologar. Los hospitales acusan ahora más que nunca el déficit de personal de enfermería que arrastra el país desde hace años. Y sin embargo aquí no hay IFEMAs ni gente tirada en los pasillos. Qué pasa?

Si observamos las estadísticas oficiales, la mayoría de los casos se dan en población menor de 60 años, con lo cual, y a falta de otros factores de riesgo, atenúa el impacto en los casos críticos y la mortalidad. En España e Italia, sin embargo, la enfermedad se ha ensañado con los mayores de 70. Aquí podemos encontrar grandes diferencias culturales y demográficas que justifiquen la „paradoja alemana“. Por un lado, la esperanza de vida germana no es tan alta como en nuestro país; octogenarios hay pocos, nonagenarios aún menos y población que supere la centena apenas. Ahí tenemos la primera gran diferencia: si a nosotros se nos mueren los abuelos, y aquí hay menos, es normal que haya menos muertos. Pero si hablamos de abuelos, y volvemos a lo antes expuesto, los abuelos no están tan afectados como la población activa. Aquí entran en juego las diferencias culturales entre Alemania y España e Italia: las relaciones familiares. En Alemania no se va a comer los domingos con los abuelos ni se les va a visitar a las residencias de mayores. No es costumbre. Y ese desapego que nos pone los pelos de punta a los países mediterráneos es lo que está salvando de la hecatombe a los mayores en Alemania.

De todos modos, las cifras de infectados en este país va dos días por detrás de la incidencia en España y, sin embargo, las medidas restrictivas han llegado una o dos semanas después. Aún tenemos camas de UCI, pero los criterios de despistaje y screening siguen siendo los del principio de la epidemia, cuando había que tener un contacto directo con infectados o haber estado en zonas de riesgo. Hace tiempo que la transmisión es comunitaria: el primer infectado de mi empresa no cumplía ninguno de los dos criterios, y los otros tres se han infectado „en casa“. Eso habla de la gran labor que estamos haciendo los médicos del trabajo, protegiendo a la población activa e impidiendo la transmisión de la enfermedad. Tristemente, nuestos companeros clínicos no piensan en nosotros como los estrategas que tratan de impedir la muerte de soldados en el frente; no estamos en trinchera, no contamos. E incluso eso es falso. Los miembros de la Asociación Española de Especialistas en Medicina del Trabajo, con nuestro capitán Luis Reinoso dando ejemplo, están colaborando activamente en las actividades asistenciales extraordinarias por todo el país, como el Hospital de Campaña del IFEMA.

En las estadísticas, por bien que quieran hacerse, ni son todos los que están ni están todos los que son. Se manejan otras hipótesis sobre la forma de contar los positivos, son hipótesis que manejo hace semanas y que puedo expresar en círculos de amistades, pero que no se basan en datos fiables. Lo que he expuesto anteriormente puede explicar de por sí el tremendo decalaje de mortalidad/letalidad entre Alemania y España o Italia. Todo lo demás lo dirá el tiempo.

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